Puesto que todos somos diferentes, el trato de un asistente personal debe amoldarse a las particularidades propias, familiares y sociales del individuo.
Los profesionales que procuran por el bienestar de las personas mayores, los niños o los enfermos deben ser sensibles a estas circunstancias, responder eficazmente y mantener el equilibrio del entorno. Por eso son, precisamente, profesionales cualificados.
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